Un hombre como todos
en la puerta de su casa un dios de ojos pintó.
Ojos en las manos
en la espalda y en la frente
Las gentes se acercaban a preguntarle
y él no daba respuestas
Las dudas y preguntas crecieron
de pueblo en pueblo
Y muchos fueron los que a su puerta
se acercaron en busca de paz
En busca de un bien perdido
muchos un milagro pidieron.
Corderos y frutos recién cosechados
a la puerta de su casa
el buen hombre un día encontró.
Cogió de buena gana
y con ellos se alimentó.
Otro día sin embargo
cansado y viejo
con un balde de pintura azul
la puerta volvió a pintar.
Borró a su dios.
Al dios de la multitud.
Y nuevamente
solo se quedó.
This entry was posted
on martes, agosto 12, 2008
at martes, agosto 12, 2008
and is filed under
Poemas del Guardián
. You can follow any responses to this entry through the
comments feed
.