En el tiempo ámbar navego. Sumerjo mis palabras,
mis recuerdos. Le doy una capa de ámbar a nuestro primer día en la montaña: aún
recuerdo el olor del pescado asado al calor de tu ternura, cociéndose al fuego
de dos y cómo me ofrecías la carne blanca a mis dientes.
Como en una bola de cristal contemplo en el
pasado tu imagen reflejada en el estanque. ¡Cómo te arreglabas! El rubor que encendías
a tus mejillas. Veo tu collar veo tu collar de cuarzos guinda y fucsia en el
cuello. Veo tu mirada primera, la de los ojos que supe tarde. Como una foto que
te inmortaliza aparecen en mi mente tu brazalete dorado, los pendientes de oro
azul, tus labios generosos en espera, tu mano doblada al mentón, vallejiana; y tus
hombros descubiertos que más tarde mis dientes marcaron.
Horas después, el diluvio. Ahora el
dinosaurio me mira y no sé aún que decirle.
6
marzo de 2014. 10:50 pm
Casa
del Efrit.
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Tiempo ámbar
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