En el espejo vemos los que aún seremos
y en la alfombra los que hemos sido siempre
brujos
niños en rayuela sin
Sol
hijos del relámpago y
del destino
magos que a la tarde
le hacen crecer ramas de uva
fresas que bajan con almíbar de los techos
y por las ventanas nos visitan
los pájaros que no tiene miedo
y sueltan como huevos
sus trinos sobre nuestras cabezas
los cuatro cardinales de este breve espacio
están llenos de tus huellas digitales
y las palmas de mis pies
dibujan
el camino
que aún vendrá
y de pronto
llueve óleo del cielo raso
cae sobre mis cabellos blanco de titanio
una gota aún pende de mi oreja derecha
y te pinto el hemisferio Norte de verde esmeralda
decoloro las latitudes de tus ojos
y me detengo en el Ecuador
en tanto
busco en la paleta azul de Prusia
para tu hemisferio Sur
ahí de donde vino la vida tres veces
vuelvo a tus labios con rojo de cadmio
y los persigno con la brocha
no hay champán
ni sacerdote
ni libro de actas
pero estamos ahí tomados de las manos
que nos entrega el alma
y ofrezco cantarte siempre desde mi ventana
así nazcan eclipses o se libere el dragón de la tierra
y mirándonos a los ojos das tu
palabra
de tejer siempre abrigos con mi nombre
mantener el calor de la caverna
para que nuestro
arte rupestre sea interminable
El telón se ha levantado a las cuatro de la tarde
y el silencio es quien aplaude el ritual de nuestras sombras.
Texto: Luis
Cabrera Vigo
Imagen: “La novia
del pajarero” de Ignacio Guerrero
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on lunes, agosto 05, 2013
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Poemas de los Pasos Celestes
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