La Catedral fantasma lanzaba sus criaturas negras
las campanas volvían al silencio de sus años
Eras un rectángulo azul recortado en la tempestad
Eras así azul y breve
como fragmento de olvidados sueños
El horizonte se llenaba de perros
Los almanaques ocupan los espacios
de las hojas en los árboles
Cerraba cada flor su deseo
cada niña dormia su minuto nefasto
El mundo tenía la forma que imaginabamos
¿Acaso el infante olvidado que fui
devolvía ahora al tiempo
su frágil reloj de arena?
¿Volvíamos a nacer cada mañana?
¿Quién podía saberlo?
Nadie conoce los destinos
de la oscuridad y la muerte
El árbol que plantamos se batía en retirada
En las veredas deslizabánse muchachas mundanas
Las figuras en las ventanas se hacían difusas
Bienvenidas eran las aguas en los prados y jardines
pero mi corazón era un rectángulo azul
mirando el infinito
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