El conde de una tierra lejana
en brioso caballo paseaba
ajeno a su destino fatal.
Era una mañana de sol espléndido
nunca fue hora para la muerte de una mariposa
todo podía existir por siempre.
Así pensaba el príncipe
pero el fantasma de lo terrible
tomó la forma de una dulce doncella
-aparición terrenal en la pradera
-mágica alucinación de la mañana
El conde en silencio la seguía
y la muchacha ajena a su mirada.
Fue al borde de una hondonada
el caballo desbocado a su jinete arrojó.
Triste el final y la muchacha
sin darse cuenta caminó.
Y su cesta en el brazo
de dulces mieses se llenó.

La alegría no llegó esa mañana.
La buscaron por todos los rincones
en cada rostro de muchacho.
Se escondió en los rincones más oscuros.

Aquella que ensalza corazones
y troca los rostros duros en flores
nadie vio llegar.

Ella huía de los hombres sin sombra.

Rumbo al sur la vieron irse
en un manto oscuro
en los días que siguieron
el pueblo entristecido y silencioso
cerró sus puertas a los forasteros
Su mejor huésped había partido,
¿a quién esperar ahora?